PELLEQUER BERNARD
La bóveda estelar es una de las grandes víctimas de la técnica moderna. Toda cara tiene su cruz y todo progreso va acompañado de un regreso y una pérdida. Aunque hoy día las calles y las casas disfrutan de alumbrado nocturno, nosotros ignoramos las constelaciones. Basta con pasar unas cuantas noches en el Sahara para sentir la intensidad de la presencia de las estrellas y comprender hasta qué punto formaban parte de la vida de nuestros antepasados. Sin embargo, podemos comenzar preguntándonos por qué. ¿Por qué tomarse el trabajo? ¿Por qué invertir nuestros esfuerzos en semejante dirección?
Ser capaz de reconocer las estrellas es aproximadamente tan útil (o inútil...) como saber el nombre de las flores silvestres de los bosques. Hoy día la navegación se rige mediante satélites adecuados y los patrones de vela aficionados son casi los únicos que levantan a veces la vista al cielo para orientarse, bastándoles una o dos constelaciones para hallar la Polar.
La verdadera motivación reside en otro lugar; pertenece al mundo del placer, el placer de transformar un mundo desconocido e indiferente en un mundo maravilloso y familiar. Se trata de «domesticar» el cielo para habitarlo y sentirse en él como en casa.
Esta GUÍA DEL CIELO está compuesta por treinta mapas de distintas constelaciones, acompañados de una serie de datos útiles y curiosos, como la distancia que separa las distintas estrellas de nosotros y entre sí, su diámetro, luminosidad y temperatura, su etimología y su relación con los signos del zodíaco. En la introducción, BERNARD PELLEQUER nos proporciona información de gran utilidad tanto para la observación de las estrellas como para la utilización de los mapas. Completan la obra otros datos de interés para el aficionado, entre ellos una lista de planetarios y asociaciones astronómicas existentes en España y una relación alfabética de las ochenta y ocho constelaciones.
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