Las leyendas sobre Nahuales en el poblado de San Jerónimo Miacatlan en Milpa Alta siguen vivas, están arraigadas y las conocemos a través de la tradición oral. Alejandra Sánchez las escuchaba desde que tenía siete años en casa de su abuela y asegura que siguen vigentes en la zona sur de la Ciudad de México.
Originaria de Milpa Alta, de una familia humilde y trabajadora; su padre es economista dedicado a la docencia y su mamá al hogar y el campo, de ella aprendió a sembrar el nopal: “nos levantábamos a las cuatro de la mañana para llevar a vender los nopales a la Central de Abastos”. Al regresar a casa de su abuela le gustaba escuchar sus historias, “la que más recuerdo es una historia de cómo llegó el agua a Milpa Alta”.
Es así como Doña Ale, su abuelita de 93 años, de gran memoria y calidez, se convirtió en la inspiración y protagonista del trabajo de tesis de Alejandra Sánchez, por el cual obtuvo el título de Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM, con mención honorífica. Estudió la figura de los nahuales en las narraciones orales tradicionales, en su investigación reunió una serie de relatos que permiten conocer el fenómeno y darse cuenta que está vigente en la comunidad: “al entrevistar a los vecinos encontré que apenas hace seis meses conocían de un caso de Nahuales”.
Eligió el tema porque no se ha hablado mucho de él, pero sobre todo por la consigna de su abuela: “te la voy a contar pero me la vas a traer escrita, te lo cuento a ti para que tú se lo cuentes a alguien más”.
En su trabajo de investigación, clasificó las leyendas y menciona las características, en la región los nahuales son: perro, burro, caballo y toro. Algunos cuentan que hacen un pacto con el diablo en el cerro, pero otros dicen que si alguien en la familia ya fue Nahual pueden heredar estas habilidades. También se dice que algunas personas buscan quién les enseñe a ser Nahual.
Alejandra es mamá de 3 varones: Chimal, Ehécatl y Xocoyotzin, de quienes quiere ser ejemplo: “quiero que ellos vean lo que yo vi con mis padres, mi papá me enseñó que las cosas se ganan en la medida como lo trabajes, y si no van a hacer lo mismo que yo, que no es lo que quiero, al menos sembrarles la semillita”.
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