martes, 12 de julio de 2016

ALQUIMIA (MITOS DIOSES Y MISTERIOS)

Stanislas Klossowski de Rola`
el nombre invoca respeto entre todos los estudiantes de la sabiduría alquímica. Un verdadero hijo de Hermes, se lleva con la gracia aristocrática y la encantadora inocencia de `Pequeño príncipe`, de Antoine de Saint Exupery. Él es el hijo del Conde Balthasar Klossowski de Rola, aclamado por algunos como uno de los pintores vivos más grandes de este siglo. Stanislas inspiró una reevaluación de la tradición alquímica con sus dos libros, la alquimia: el arte secreto y el juego de oro. Era un amigo personal cercano a Eugene Caneliet, el discípulo directo del legendario adepto, Fulcanelli. Stanislas vivió durante muchos años en Sri Lanka y conocía personalmente con la autoridad reconocida en la sabiduría oriental, Lama Anagarika Govinda. Más recientemente ha estado involucrado con la industria cinematográfica y vive con su hijo en Malibú, California. Durante la reciente gira de Bohemia dorada Salamandra de septiembre de 1998, el hermeticist, D.K., actuado como mi agente y al gran sacrificio personal siguió Stanislas de Praga a un pabellón de caza sólo fuera de la explotación minera antigua aldea de Kutna Hora

Se trata de una pulcra traducción al castellano de la obra homónima editada en lengua inglesa por Thames and Hudson en 1973. Editorial Debate ha publicado este volumen dentro de su colección `Mitos, Dioses, Misterios`, que también incluye obras muy interesantes dedicadas a la Geometría Sagrada y a la Cábala. La justa ubicación del autor con respecto al Arte Real resulta patente desde las primeras páginas del libro: `.la misteriosa doctrina de la alquimia atiende a una realidad escondida de orden superior que conforma la esencia que subyace a todas las verdades y religiones. La perfección de esta esencia se denomina Absoluto, puede ser percibida y comprendida como la Belleza de toda la Belleza, el Amor de todo el Amor y lo Más Alto de lo Alto, sólo con que la consciencia cambie profundamente y pase del nivel normal de la percepción cotidiana (el plomo) a un nivel sutil de percepción (el oro), de manera que cada objeto se perciba con la forma arquetípica perfecta, contenida dentro del Absoluto (.). La alquimia es un arco iris que atraviesa el abismo que existe entre el plano terrestre y el celestial, entre la materia y el espíritu.` (op. cit. pág. 7). El propósito de la Gran Obra es alcanzar la realización material y espiritual, lo que es idéntico al conocimiento del centro de todas las cosas. La plenitud de este conocimiento se adquiere al cabo de un proceso de transmutación que se desarrolla gradualmente por medio de un conjunto de operaciones que deben ser ejecutadas con arreglo a pautas precisas. Existen correspondencias concretas entre las etapas del camino hacia el conocimiento y la cadena de operaciones metalúrgicas que conducen a la obtención del oro alquímico. Por su propia naturaleza, la descripción de las operaciones que desembocan en la producción de la Piedra Filosofal se muestra oscura a los ojos de quienes pretenden aprehenderla por medio de la razón. `Este Laberinto desafía a la lógica lineal, que en este contexto carece de utilidad. El ataque a la lógica lo lleva a cabo el Minotauro del absurdo, que muy pronto reducirá a la nada al supuesto héroe, que se ve incapaz de resistir su ataque. Solamente por medio de la intuición y la inspiración -el hilo de oro de Ariadna- se resolverá el enigma y la luz sucederá a la oscuridad.` (op. cit., pág. 9). A este respecto, el autor propone la contemplación simbólica de grabados alquímicos como un soporte adecuado `para penetrar en el corazón de la materia` a diferencia del estudio escolar de la Alquimia a través de textos, cuyo resultado es siempre desalentador. Las cerca de 200 ilustraciones procedentes de manuscritos tales como Philosophia reformata (J. D. Mylius, 1622), Sylva philosophorum (Cornelius Petraeus, siglo XVII) o Sapientia veterum philosophorum sive doctrina eorundem de summa et universali medicina (siglo XVIII), que se reproducen en el volumen con una gran calidad, son una auténtica joya para quien ha sido llamado a recorrer el camino de los Pequeños Misterios. M. García










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